lunes, 19 de enero de 2009

3) Pequeño Polizonte

es como si despertaras un día a bordo de un gran sueño y en tu barcaza de madera un pequeño te limpiara los cristales de los ojos, pensando que eres un náufrago de aquéllos, de mareas y ropas raídas, que sueña con puertos y bienvenidas con vino y tabacos y semáforos y “señora buenas tardes” y “disculpa” y “mejor mañana” y “adiós, ojalá algún día nos volvamos a ver”.

es como si te limpiaran los vidrios de los ventanas y ese pequeño que te despertó a la maravilla te asombre nuevamente e inventa viajes similares y maniobras evasivas y nudos y alza de banderas y, de pronto, cuando el viento sopla bruscamente te dice, inesperadamente, “papá, creo que el viento se ha enojado conmigo”.

eres un polizonte” le digo en silencio, despacito, casi como un susurro, vaya a ser el que el ruido de la ciudad se vaya a molestar conmigo, y sigo caminando, entre las tiendas de libros que nadie lee y las palomas grises y hambrientas y las iglesias sin curas del centro de lima.

y me siento el único tripulante de este barco ¿pero si había alguien más aquí?, “eres un polizonte Adriano”, pienso nuevamente, te haz trepado a este viaje sin boleto de ida, sin permiso, sin saber siquiera dónde te llevará este barco. Adriano, que es mi hijo y sólo sabe sonreír (al menos hasta que siga creciendo y se de cuenta que las fábulas son fábulas, y que uno más uno a veces no es dos, ni dar es dar, ni papá Noel y diecinueve por ciento de impuestos tributarios).

sería bueno entonces no bajar al polizonte, cobijarlo como se merece y hacerlo comprar un libro, así no sepa leer, así no sepa que dos más dos son tres.

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